[Hernán Gómez et Raul Gómez ]
Se murió el Warren. Esta frase que parecía que nunca íbamos pronunciar, es expresión ahora de una triste realidad. El Warren parecía inmortal. Era tanta su modestia, su bonhomía, su generosidad, que uno lo veía como un eterno niño, que andaba sobrevolando en medio del mundo, completamente ajeno al dolor, a la tristeza y a las lágrimas. Y por lo tanto, también ajeno a la muerte que ahora tristemente se lo lleva.
Eduardo Carrasco en homenaje a Raúl Gómez